31 mayo, 2009

Las revistas y los diarios son empresas editoriales que, como tales, deben sustentarse en pautas publicitarias y suscriptores.
Aún si entendemos esta realidad indiscutible, también es cierto que el periodismo cobró su medalla de “cuarto poder” por sus investigaciones profundas, ópticas independientes y difusión de las realidades que afectan al público general y su vida cotidiana.
En tal sentido, la semejanza entre las temáticas de los artículos redactados y los productos publicitados a dos páginas de diferencia, resulta muchas veces carente de sutileza.
Y no soy la única que nota este hecho evidente. Nemesio Rodríguez, vocal de la Junta Directiva de la Asociación de Prensa de Madrid (APM), escribió La Batalla Perdida en la edición n°16 de Cuadernos de Periodistas. Algunas ideas a continuación:
- Nada será como antes y los ideales y valores que forjaron este oficio pueden haber sucumbido. La objetividad, la verificación de las fuentes y la necesidad, para ser imparciales, de tratar de obtener la versión de los hechos de la parte acusada, conformaron la piedra angular del periodismo. Estos principios están ahora en peligro, debilitados cada vez más por el cambio de objetivos de los editores, incluidos los que son periodistas, de los periodísticos a los financieros.
- Si dejamos que el mercado diseñe lo que es noticia, mucho me temo que los valores que se impondrán serán los financieros y no los periodísticos. Un cambio que no aventura nada bueno para nuestro futuro.
- Hemos perdido la imprescindible independencia que debe marcar nuestro trabajo para convertirnos en opinantes partidistas o alegres propagadores de datos sin comprobar. Mezclamos información y opinión. Hemos trasladado tal confusión de papeles a los ciudadanos, que se hace muy difícil distinguir si el que habla en una tertulia o en un programa es un periodista o un portavoz político.
- A este problema no es ajena la composición actual de las redacciones, debilitadas con prejubilaciones forzosas que expulsan a los periodistas experimentados. Se rompe el vínculo de la enseñanza, el que unía a los veteranos con los recién llegados, y se lanza a la jungla informativa a periodistas con mucho entusiasmo e insuficiente preparación. En lugar de inculcarles comportamientos éticos y deontológicos, se les ordena que persigan lo que vende y que lo expresen luego en el lenguaje más comercial posible, en definitiva, el que obtenga el máximo de audiencia.
- Por supuesto que las empresas periodísticas tienen que buscar la rentabilidad que asegure su futuro y el nuestro. Nadie lo cuestiona. Pero esa rentabilidad nunca debe anular los recursos destinados a la información. El llamado producto tiene que caminar al lado de la información, no por encima. La cuenta de resultados no puede anular el debate en las redacciones sobre periodismo.

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